El primer Estoico, Zenón de Citio El primer Estoico, Zenón de Citio

El Primer Estoico: Zenón de Citio y el Comienzo de una Filosofía Invencible

Cuando escuchamos la palabra "estoicismo", probablemente nos vienen a la mente imágenes de sabios tranquilos, personas impasibles ante la adversidad y frases como “lo importante es cómo reaccionas, no lo que sucede”. Pero, ¿alguna vez te has preguntado cómo empezó todo esto? ¿Quién fue el primer estoico? Hoy, quiero invitarte a un viaje amistoso y fascinante a los orígenes de esta filosofía, para descubrir juntos la vida y enseñanzas de Zenón de Citio, el primer estoico.

¿Quién fue Zenón de Citio?

Retrocedamos más de dos mil años, a la antigua Grecia. Allí, en una pequeña ciudad llamada Citio, en la isla de Chipre, nació Zenón alrededor del año 334 a.C. No era un aristócrata ni un niño prodigio criado en la opulencia filosófica de Atenas. Zenón era hijo de un comerciante y, como buen chipriota, aprendió desde joven el valor del trabajo y la resiliencia.

La vida de Zenón cambió por completo a raíz de un accidente: durante uno de sus viajes comerciales, naufragó y perdió todas sus mercancías. Seguramente no es la forma en la que nadie sueña comenzar una carrera filosófica, pero para Zenón fue el primer paso para encontrar su verdadero propósito. ¿No es curioso cómo, a veces, los grandes cambios empiezan con un desastre?

El Encuentro con la Filosofía

Tras ese naufragio, Zenón llegó a Atenas, la cuna de la filosofía. Allí, mientras deambulaba por el mercado y buscaba un sentido a su vida, entró en una librería y comenzó a leer sobre Sócrates. Inspirado, preguntó al librero dónde podía encontrar hombres como el que había leído. El librero, señalando a Crates de Tebas, un famoso cínico (sí, esos que vivían con lo mínimo y desafiaban las normas sociales), le indicó: “Síguele a él”.

Así comenzó la larga formación filosófica de Zenón: estudió con los cínicos, los megáricos, los académicos… pero, como buen autodidacta, nunca encajó del todo en ninguna escuela. Poco a poco, fue forjando su propio camino.

La Invención del Estoicismo

Tras años de aprendizaje y reflexión, Zenón empezó a enseñar su visión particular sobre la vida y la virtud. No lo hizo en una sala de mármol ni en un aula universitaria: sus primeras lecciones fueron al aire libre, bajo el pórtico pintado de Atenas, conocido como la Stoa Poikile. De ahí viene el nombre de “estoicismo”: la filosofía del pórtico.

¡Imagina la escena! Un grupo de personas reunidas en ese pórtico público, escuchando las enseñanzas de Zenón sobre cómo vivir bien, cómo ser más fuertes ante las adversidades y cómo encontrar la felicidad en lo que depende de nosotros. Nada de grandes templos ni de secretos reservados a unos pocos: el estoicismo nació como una filosofía para todos, en plena calle.

¿Qué enseñaba Zenón?

1. La Virtud como el Bien Supremo

Para Zenón, la clave de la vida buena no era la riqueza, ni el poder, ni la fama: la virtud era lo único realmente valioso. ¿Pero qué es la virtud? Es vivir de acuerdo con la razón, ser justos, valientes, moderados y sabios. Todo lo demás —salud, dinero, placer— son cosas indiferentes: pueden ser útiles o no, pero no son lo que realmente nos hace felices.

2. Distinguir lo que depende de ti

¿Te estresas por cosas que no puedes controlar? Zenón ya veía que la mayoría de nuestros problemas vienen de intentar controlar lo incontrolable. Por eso, enseñaba a distinguir entre lo que está en nuestras manos (nuestras acciones, actitudes y juicios) y lo que no (el tiempo, la opinión de los demás, el destino).

Su consejo: enfócate en lo que depende de ti y acepta lo demás con serenidad. ¿Te suena? Es la semilla de lo que más tarde sería el famoso “dicotomía del control”, una de las ideas centrales del estoicismo.

3. El Universo como un Todo Racional

Zenón creía que el universo era un todo ordenado y racional, regido por una especie de Logos (razón universal). Nosotros, como parte del universo, también somos racionales y, por tanto, nuestra misión es vivir en armonía con esa razón mayor. No se trata de resignación pasiva, sino de entender nuestro lugar en el mundo y actuar de acuerdo con nuestra naturaleza racional.

Zenón y los Primeros Estoicos: ¿Cómo era su vida diaria?

Una de las cosas más fascinantes de Zenón es que, a diferencia de otros filósofos que vivían en la teoría, él practicaba lo que predicaba. Sus contemporáneos decían que era austero, íntegro y coherente hasta el extremo. No buscaba lujos ni honores, y era famoso por su modestia y autocontrol.

Se cuenta que, cuando los atenienses le ofrecieron la ciudadanía y honores, Zenón los rechazó humildemente. Para él, nada de eso era importante: lo fundamental era la virtud. ¡Qué lección para los tiempos modernos, donde a veces nos dejamos llevar por el brillo de los likes y la aprobación externa!

¿Por qué el estoicismo de Zenón sigue siendo relevante hoy?

Tal vez pienses que todo esto suena muy antiguo, pero el estoicismo está más vivo que nunca. La filosofía de Zenón ofrece herramientas muy útiles para afrontar la vida moderna: desde el estrés laboral hasta los problemas familiares, pasando por la incertidumbre sobre el futuro.

Piensa en estas situaciones:

  • ¿Te preocupa lo que otros piensan de ti? Recuerda la distinción entre lo que depende de ti y lo que no.
  • ¿Te enfrentas a una pérdida o un fracaso? Busca la virtud y la serenidad, no el control absoluto.
  • ¿Sientes que la vida es injusta? Trata de ver el orden mayor, acepta y actúa donde sí puedes influir.

Ejercicios Estoicos Inspirados en Zenón

No solo los emperadores romanos como Marco Aurelio o grandes pensadores como Séneca pueden practicar el estoicismo; tú también puedes hacerlo. Aquí tienes algunos ejercicios fáciles, inspirados en las enseñanzas de Zenón:

1. El Diario Estoico

Cada noche, antes de dormir, escribe tres cosas sobre tu día:

  • ¿Qué momentos te hicieron sentir fuera de control?
  • ¿Qué podrías haber hecho diferente, según la virtud?
  • ¿Qué cosas te preocupan que en realidad no dependen de ti?
Este ejercicio te ayudará a tomar conciencia de tus pensamientos y acciones, y a empezar a distinguir lo esencial de lo accesorio.

2. El Desafío de la Indiferencia

Elije una cosa que normalmente te molesta o te obsesiona (una opinión, un objeto, un resultado externo) y, durante un día, practica la indiferencia estoica: recuérdate que no depende de ti y trata de no dejar que afecte tu paz interior. Al principio cuesta, pero con la práctica te sorprenderá lo fuerte que puedes llegar a ser.

3. Vivir con Sencillez

Zenón vivía de manera austera, y no por obligación, sino por elección. Intenta, un día a la semana, simplificar tu vida: come de manera sencilla, apaga el teléfono, camina en vez de conducir. Experimenta el valor de lo esencial y descubre que puedes ser feliz con menos.

Anécdotas y Curiosidades sobre Zenón

Para que conozcas aún mejor al primer estoico, aquí van algunas historias curiosas:

  • La paciencia de Zenón: Se cuenta que, cuando era joven, Crates (su primer maestro) le obligaba a llevar una olla llena de lentejas por la ciudad, y cuando Zenón intentó esconderla, Crates la rompió para que todos vieran el contenido. Era una lección sobre la importancia de no avergonzarse de las cosas simples.
  • Una muerte estoica: La leyenda dice que Zenón murió de la forma más estoica posible: se lastimó el dedo del pie, cayó y, considerándolo un “signo” de que había cumplido su tiempo, dejó de comer y murió tranquilamente. Un último acto de autodominio.
  • El respeto de sus contemporáneos: A pesar de no buscar honores, Zenón fue tan admirado que los atenienses le ofrecieron una corona de oro y un monumento público, algo inusual para un extranjero.

¿Qué Podemos Aprender Hoy de Zenón?

Zenón no dejó escritos que hayan llegado hasta nosotros, pero sus discípulos y las generaciones siguientes conservaron sus enseñanzas. Su legado es claro: la verdadera felicidad no depende de las circunstancias externas, sino de nuestra actitud interior.

En un mundo lleno de cambios, incertidumbres y presiones, el mensaje de Zenón es más actual que nunca. Nos invita a enfocarnos en lo que de verdad importa, a cultivar la virtud y a no perder la paz por lo que no podemos controlar. No se trata de ser insensible ni de negar nuestras emociones, sino de aprender a manejarlas con sabiduría.

Conclusión: El Primer Paso hacia una Vida Estoica

La historia de Zenón de Citio nos recuerda que, a veces, los peores naufragios pueden ser el comienzo de una vida nueva y mejor. Todos tenemos la capacidad de transformar las dificultades en aprendizaje, de buscar la virtud y de encontrar la serenidad incluso en medio del caos.

Así que, la próxima vez que sientas que la vida te ha dado un golpe inesperado, piensa en Zenón, el primer estoico, y pregúntate: ¿qué puedo controlar yo? ¿Cómo puedo actuar con virtud? ¿Y si, en vez de resistirme, aprendo a aceptar y crecer?

Zenón empezó su viaje después de perderlo todo. Tal vez tú no tengas que esperar a un naufragio para empezar el tuyo. ¿Te animas a dar el primer paso hacia una vida más estoica?